La dictadura de dieciséis años de Pinochet en Chile fue el comienzo del movimiento neoliberal a gran escala: privatizaciones y flexibilidad en el mercado laboral. Lo que significó que importantes sectores de los países pasaran a manos de corporaciones privadas. El crecimiento de la desigualdad y la represión violenta. Las fuerzas armadas se convirtieron en el eje sustancial del poder político, los sectores civiles más derechistas se unieron a la paranoia anticomunista, el terror se convirtió en la mediación esencial entre el Estado y la sociedad. Sus consecuencias permanecen hasta la actualidad y se reflejan en la estructura social y política.
Según el análisis de la internacionalista Victoria Ontiveros, administradora de la página EOM (el orden mundial), en Chile siguen presentes rastros importantes de la dictadura pinochetista que han configurado la estructura social y económica del país en los últimos 40 años. La instauración en 1973 de un modelo económico de corte neoliberal, plasmado en la privatización de sectores como la sanidad, la educación y las pensiones, sigue vigente en la actualidad. Asimismo, ciertos elementos jurídicos y políticos que definen la forma en que se construyen las relaciones sociales y de poder. Es así como la dictadura ha condicionado, de una forma u otra, la manera en la que la sociedad chilena entiende la política y se relaciona con ella.